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CONVERSACIONES SOBRE LA CUARESMA 3

PALEONTOLOGÍA Y ARQUEOLOGÍA DE LA ALIMENTACIÓN


Bienaventurados aquellos a quienes encontrará en tu santísima voluntad,

pues la muerte segunda no les hará mal.

Francisco de Asís



Jose Braga decidió asumir las excavaciones en el yacimiento surafricano de Komdraai. Algo le decía que, en ese lugar conocido como cuna de la humanidad, todavía quedaban huellas de ese millón de años sin evidencias fósiles que permitieran arrojar luz sobre uno de los enigmas más fascinantes para nosotros: ¿Cómo nos hicimos humanos?

Con un equipo multidisciplinario, fe y técnica, han logrado demostrar que la prolongación del tiempo de lactancia fue decisiva. Al extender el tiempo de la dieta basada exclusivamente en la leche materna, las crías de las especies del género Homo lograron ventajas sobre las de Paranthropus, con las cuales coexistían. Ese período permitió a las crías capacitarse durante un tiempo más largo, aprender de los notables las habilidades adquiridas. Ambos linajes fabricaban herramientas líticas. El de Paranthropus se extinguió; el de nuestro género, continuó durante casi dos millones y medio de años hasta hoy (1).

El primatólogo Richard Wrangham, ocupado también de la fascinante pregunta, afirma que "Fue solo después que nuestros antepasados ​​​​comenzaran a cocinar, y por lo tanto dispusieran de más calorías, que la selección natural pudo favorecer un aumento en el tamaño de los cerebros humanos” (2). En nuestra especie, el cerebro representa el 2,5 % de la masa corporal, sin embargo, consume el 25% de nuestra energía.

Consumir alimentos cocinados mediante el uso controlado de la temperatura permitió extraer más calorías de ellos que cuando los comían crudos, lo que sigue vigente. Esto modificó el aparato digestivo para tener unos intestinos relativamente pequeños y el menor esfuerzo en la masticación permitió, entre otras cosas, la reorganización del cráneo y la laringe.

Sorprende que, en esta larga historia de millones de años trabajados a la piedra, el consenso dice que los seres humanos que viven actualmente en la tierra tienen un origen común en África hace unos 100.000 años, pero es apenas al final de las últimas glaciaciones que los humanos comenzamos la domesticación de animales y plantas, casi sincrónicamente en los diferentes continentes (¿campos mórficos?).

La relativa súbita intensificación de la agricultura junto con la emergencia de la domesticación, el sedentarismo y la estratificación social, marcan el final del paleolítico.

La enorme cantidad de energía almacenable en el grano del cereal y disponible a través de su cocción, garantizó la conformación de asentamientos permanentes, los intercambios a larga distancia y las evidencias de estatus diferenciado.

Desde hace unos 2.000 años, se instituye la cuaresma dentro del cristianismo primitivo. Heredera de la tradición hebraica de la celebración de Pésaj, incluye como ésta el ayuno y la eliminación de ciertos alimentos durante un tiempo cuidadosamente escogido para su culminación durante la semana del plenilunio siguiente al equinoccio de primavera. Su relación directa con el calendario y la agricultura, cielo y tierra, saltan a la vista. Sin embargo, no deja de extrañarnos cómo surge una prescripción tan específica con relación al alimento, que nos transformó en humanos.

Todas las sociedades humanas han practicado el ayuno voluntario, unas veces por motivos de salud, en el marco de tradiciones iniciáticas más o menos secretas o por prescripción religiosa. En el caso de la cuaresma cristiana y más específicamente en la de nuestro linaje, nos preparamos para la sincronización de los ritmos solares y lunares al comienzo de la primavera en el hemisferio norte y la recepción de energías y cambios que llegan a nuestro planeta en este lugar del cosmos en una pequeña ventana de tiempo. Por cierto, el maestro Gurdjeff decía que el ayuno debería acompañarse de ejercicios físicos intensos, transpirar, cansarse, para eliminar las sustancias tóxicas producidas por la digestión (3).

A la pregunta de ¿cómo nos hicimos humanos? añadimos otras acerca de su posible evolución. Recordamos nuestro milenario peregrinaje, marcamos hitos en el paisaje de la memoria y nos disponemos a retornar a ellos ritualmente cada año. El hambre física que nos impulsó no logra oscurecer más a una muy sutil que la acompaña. Purificando y rectificando, nos rendimos a los designios del compositor de la música de las esferas. Celebraremos este año también la Pascua y resonaremos con el aria de Johann Sebastian Bach (4):


Mache dich, mein Herze, rein,

Ich will Jesum selbst begraben.

Denn er soll nunmehr in mir

Für und für

Seine süße Ruhe haben

Welt, geh aus, laß Jesum ein!


Purifícate, corazón mío

que quiero enterrar yo mismo a Jesús.

Pues desde ahora en mí

y para siempre

dulce reposo tendrá.

¡Mundo, apártate, deja entrar a Jesús!

Juan Mahíz, Cuaresma del 2023


NOTAS


2. Richard Wrangham. La Llama.

3. George Gurdjieff. Relatos de Belcebú a su Nieto.

4. Johann Sebastian Bach. La Pasión según San Mateo.


EL ARTISTA






El artista Gaku practica el arte tradicional japonés llamado Mukimono, que consiste en hacer esculturas complicadísimas sobre frutas u hortalizas.

Ig: @gakugakugakugakugaku1


PASTICHO DE BERENJENAS CUARESMÁTICO

El Parmentier de berenjenas o más venezolano pasticho es un platillo que a todos gusta, la idea de las berenjenas es picarlas no tan finas para que absorban parte de la salsa. La Ausencia de queso parmesano se puede sustituir con quesos veganos de merey. No creo que el profesor esté muy de acuerdo con esto. De igual forma hoy con el crecimiento de la cocina vegana en el país hay disponibilidad de nuevos ingredientes que antes ni soñábamos, leches vegetales, sucedáneos de soya, tofú, que son ricos y llenos de proteínas y podría variar la dieta ya de por sí austera. Pero insisto que no es el sentido real del ejercicio, aunque esto es sólo mi opinión.


Ingredientes

· 2 Kg de berenjenas

· 2 kg de tomate

· 100 gr de pimentón

· 100 gr de celery

· 50 gr de zanahoria

· 20 gr albahaca fresca

· Aceite común cantidad necesaria

· 150 gr de casabe en polvo.

Procedimiento:

La salsa

Poner los tomates en agua hirviendo, pelar la piel. Licuar un tercio de los tomates, con la zanahoria, el pimentón, el celery y la zanahoria. Llevar a una olla a fuego mediano 20 minutos, incorporar el resto del tomate, cocinar 15 minutos más. Apagar, colocar la albahaca, Reservar.

El resto

Cortar las berenjenas en ruedas, engrasar con una brocha, llevar a la plancha o grill. Reservar.

Armar por capas la berenjena, salsa, berenjena, terminar con berenjena.

Para el casabe en polvo, licuar el casabe hasta hacer un polvo. Tamizar si es necesario.

En la última capa poner salsa y cubrir con casabe en polvo.

Hornear a 180°C por 30 minutos.

Variante: podrían hacer una bechamel con leche de coco o leche de almendras o de avena, espesando con sagú. Y hacerlo un poco más tradicional.

Otra variante es hacer un pasticho tradicional con pasta, bechamel de leche de coco y ragú de carne de soya.


Antonio Gámez


Queda por sentado que cada persona tiene su concepción de la cuaresma y sus restricciones alimentarias particulares. Cada quien puede transformar la receta a su manera.

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