DESPEDIDAS
1 ¿Qué se le puede pedir al señor? Infinita esencia. Y yo ¿Qué puedo acaso a él pedirle? Señor te pido que me ayudes a entender lo que pueda suceder, suceda y sucede. Señor sufro ¿me vas a sacar de mi dificultad? Haz algo por mi, seño infinito ¡atiéndeme!, ¡ardienteme!, ¡ardientele! Que se apaga la llama de la vela ¡avívala! Queda una gota de fuego, se esfuma hacia arriba. Señor ¿Cómo puedo entender la sequedad del alma? “solo desnudo se puede hablar con Dios” pero uno teme. Arriesgue. Rasgo. Rasgo característico del querer agradar y temer herir. Se fue y yo no quería que se fuera. Del recuerdo, al dolor, ¡a ya me acuerdo! ¿Cuál dolor? ¿Lo que uno teme, lo desea? Vela no te apagues porque te quiero apagar, porque te quiero prender. Irreversible tiempo, es el viento el que mueve las hojas y no sabemos dónde se esconde cuando no sopla. De arriba llega la llama y arriba va. Que te puedo pedir señor si no comprendo. Solo en la intimidad mía queriendo contar; falsedad, vanidad ven y dad, voy y doy hoy. No pretendo ser más que humano, una mano en el camino. Y ahora ¿A dónde agarro? Pelando bola ¿y ahora? ¿Y ahora? 2 No es como si nada hubiera pasado y es como si nada hubiera pasado. Ruge el ruido y lo veo, rápido sonido lo huelo, amarillo, lo saboreo. Nada eres, no te creas grande. Glande. Y ves, piensas con él, y cuando vacías la colmena quedas insensible como él. Tu ánimo se levanta, despliega velas, le sopla el viento ¿Bien todo? ¿Un nervio, una glándula, una sustancia? Como me haces falta mi gran amigo. En ningún silencio cabría tu ausencia. Con los hilos invisibles mi torpe y tambaleante paso sostuviste, que paciente. Como me haces falta. ¿Qué es el mundo? este orden. El universo sigue girando, y gira y gira y el tiempo y el fuego que no quema incendia mi casa y te llamo sin fonema. Sigo sin pistas y con ellas. ¿A dónde tus pasos fueron? ¿Qué es lo que en mi queda? Amigo, querido amigo, te fuiste, no podemos escapar de esa senda, lo repetías ¿estaría listo para oírte? Ni en el ultimo momento juntos sospeché que irte. Si encuentras al buda mátalo. Sospeche que herirte. Mi mano en el universo y el verso en el reverso de él. Al frente no te veo. Antier pude preguntarte y no lo hice, y no es preguntarte lo que quiero, no se si es de tu tierra tomar una parte y abrazarte y levantarte, si hacerlo de tu aire, de tu vientre, soplarte; cómo tenerte querido amigo, cómo traerte conmigo. No me contento con este destartalado costal en el que cada vez menos de ti me queda. Me quemaste con tu fuego, el que no quema. Que no quede imagen ni momento, solo tu toda presencia, amigo.
3 Yo fui el que fui, antes de las ferias, a la feria esa, la que llaman mercado. Tapan la calle, la que queda subiendo a su casa, y ponen toldos, o solo plásticos en el piso. Allí compré la zanahoria, en promoción, el día que no subí porque se sentía mal. Aun la tengo, me queda media zanahoria –guardada en una bolsa se conserva por bastante tiempo-. Un lejano desaliento de ausencia me pide que se caliente mi alma para no conservar por mucho el dolor por su partida. El respiro presente me indica que más bien se mantenga el recuerdo de la risa por el asombro del paso de orfeista a artista, del apretón de manos, del hasta luego. También se le quiere que jode hermano.
CHEMA, 2015
Imagen
Francisco Grisolía
"Despedida", marzo 2022
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