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UNA MIRADA DESDE LAS DUNAS

Actualizado: 11 abr

A la vuelta de una duna de Coro tuvo lugar un café filosófico el 9 de abril. Estemos pendientes, habrán otros. Al anarquista Camilo Morón no lo para nadie.

En su revista Revista Bacoa n° 17, nos regaló varios artículos sobre el Maestro J. M. BRICEÑO GUERRERO (ver los 4 enlaces PDF)

Aquí les va el primero:

J. M. BRICEÑO GUERRERO Y LA PALABRA ETERNIDAD,

ELEGÍA PARA JONUEL BRIGUE

Decía Jean Cocteau que los poetas no mueren, sólo fingen dormir profundamente. J.

M. Briceño Guerrero (entre otros nombres posibles, también conocido por el parónimo

Jonuel Brigue) tuvo una muerte hermosa, según me contó su compañera de vida y

pensamiento, Jacqueline Clarac. Asistí a las clases magistrales de Briceño Guerrero, a

quien yo llamaba furtivamente B. G., le traté de amigo venerable, recibí con agrado sus

consejos (aunque no los aplicase siempre) y me prodigó el honor de leer algunas de mis

líneas, porque todos tenemos el privilegio de leer las suyas.

Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM). Santa Ana de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, Venezuela.

En los tiempos antiguos, los reyes, los sacerdotes, los profetas y los poetas

(entonces, todos uno), morían en ciertas fechas astronómicas y sus muertes eran

ceremonias colectivas y fueron estampas en el álbum familiar de la Humanidad. Pienso

en la serena entereza de Sócrates al vaciar el cáliz de veneno de cicuta, cuyas flores

blancas estaban consagradas a la Luna, en la Elegía de Miguel Hernández al amigo

“con quien tanto amaba”, en el mensaje de despedida que Isaac J. Pardo escribió para

Miguel Otero Silva, en la ceremonia fúnebre a una cigarra y en un verso de Dylan

Thomas: “como una puntual muerte hacemos tintinear las estrellas.”

En esta tarde incierta, me escribe un mensaje virtual José Antequera, lector

incansable de B. G.: “Poeta, se fue el maestro. Una luz quedó sobre su lugar. Esta es una

hora triste. Hay un extraño silencio en la ciudad. El aula sola escucha partir sus pasos

hacia la estrella de los Bienaventurados en los campos Elíseos de la venezolanidad. En

este inicio del solsticio de invierno se nos fue un gran maestro cuando la Tierra inclina

portentosa su eje hacia el Septentrión. Eligió el día de su muerte como los grandes

gurúes del vedanta. Briceño Guerrero está ahora en la gran reunión de los Inmortales.”

No puedo estar en este ocaso plomizo y púrpura en Mérida, entre los perfiles obscuros

de la Sierra Nevada, acompañando con mi dolor el dolor de los amigos.

En esta hora menguada, son estas líneas harapientas el gesto seco de la pena,

desgarradura silente, sombra transparente de tristeza, lágrima cautiva en el cerco

inundado de los ojos, ceniza con ansiedad de incendio.

En la obra escrita de J. M. Briceño Guerrero convergen la poética, la ética y la

estética como fuentes que dan origen al portentoso río de la palabra. Desde ¿Qué es

la Filosofía? (1962) hasta Para ti, me Cuento a China (2009), que son los extremos

editoriales de mi inconclusa colección de sus obras, pasando por esa cumbre de

autoconciencia temprana que es El Origen del Lenguaje (1970), Briceño Guerrero se

sabe esencialmente hecho de la sustancia misma de las palabras. Evidentemente, por

su sola condición orgánica y humana, respira, ama, observa, piensa, siente, encuentra,

goza, se sorprende y lo sorprenden, pero para que esta variedad de experiencias vitales

puedan ser, deben ser palabras: “Desde siempre la experiencia vivida en la palabra

me pareció más real que el contacto directo con las cosas. No sentí al lenguaje como

representante del mundo que los sentidos me entregaban, ni como camino hacia él,

sino como ámbito de una realidad más fuerte y cercana a mí. No sólo lo que yo percibía,

también todo lo que hacía y sentía mostraba signos dolorosos y grises de inferioridad

y exilio en contraste con la plenitud verbal. Todos los seres eran para mí aspirantes

obscuros a una dignidad que sólo la palabra podía darles y hasta su débil existencia

provenía de sus nombres; una existencia prestada, pues el centro de gravedad y de

prestigio se mantenía en los nombres.”

En El Laberinto de los Tres Minotauros (1994) convergen tres obras

quintaesénciales en las que Briceño Guerrero aborda los discursos que han dominado

la historia y el pensamiento latinoamericano. En la Identificación Americana con la

Europa Segunda (1977), El Discurso Salvaje (1980) y Europa y América en el Pensar

Mantuano (1981), Briceño Guerrero vivisecciona los tres discursos siempre presentes,

diversos y antagónicos en la producción intelectual, la acción política, los programas

institucionales y las actitudes emocionales en Latinoamérica: El discurso europeo

segundo, importado desde fines del s. XIX, que resume las ideas del racionalismo, la

ilustración y la utopía social. El discurso mantuano, cristiano e hispánico, que gobierna

la conducta individual, las relaciones familiares y las nociones de felicidad, honor y

dignidad. El discurso salvaje que se manifiesta en nuestras más íntimas emociones y

socaba a los otros dos con el sentido del humor, la embriaguez y un secreto y absoluto

rechazo por todo.

Cazador furtivo en la manigua de la palabra, escribió al acecho Jonuel Brigue,

la piel bajo la que se ocultaba para oficiar saturnalmente en el aquelarre de la ficción

poética, narrativa y filosófica, precipitado literariamente puro de José Manuel Briceño

Guerrero, seudónimo para mejor poder trasgredir las fronteras de los géneros literarios

que pretenden vanamente limitar la palabra en Trece Trozos y Tres Trizas: “Uso las

palabras como trampas, lo haré sucumbir con el poder de los signos, lo atraeré con

astucia hacia el interior de los fonemas y lo enredaré en el hilo que voy devanando

sobre estas hojas de papel. Frágil y flexible es este hilo, pero, una vez colocado sobre

el papel, duro se vuelve, fijado persevera en la forma que le doy y nada ni nadie podrá

desligar lo que yo así cautive.”

En este momento abro con pesar Amor y Terror de las Palabras y en fúnebre

homenaje leo en voz alta: “En palabras fui engendrado y parido, con palabras me

amamantó mi madre. Nada me dio sin palabras. Cuando yo comencé a preguntar ¿qué

es eso? No pedía la ubicación de una percepción en un concepto; pedía la palabra

que abrigaba y sostenía aquella cosa, para sacarla de la orfandad, para arrancarla de la

precaria existencia suministrada por la palabra cosa, indiferente y perezosa madrasta, y

restituirla a su hogar legítimo, su nombre, en el mundo firme de mi lengua.” Esta noche

J. M. Briceño Guerrero y Jonuel Brigue deletrean la palabra Eternidad, la conjugan

como un verbo, juegan con las combinaciones posibles e imposibles de sus sílabas y

rastrean su origen hasta el principio de los tiempos.

Solitario en mi biblioteca abro un libro y recito la declaración de Dylan Thomas

venciendo a la muerte:

Título: J. M. Briceño Guerrero y la palabra eternidad (elegía para Jonuel Brigue).

Autor:

Mgs. Sc. Camilo Morón

Investigador y Docente UNEFM

Centro de Investigaciones Antropológicas, Arqueológicas y Paleontológicas (CIAAP)

Aula-Laboratorio de Conservación y Restauración

de Bienes Arqueológicos y Paleontológicos

(ALab-CRBAP)

Bacoa. Revista Interdisciplinaria de Ciencias y Artes. ISSN: 2343-5542. Año X. Vol. 10. N° 17. Enero – Diciembre de 2020. p.p.: 926-929 - BACOA 929

Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (UNEFM). Santa Ana de Coro, Patrimonio Cultural de la Humanidad, Venezuela.







 
 
 

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La Asociación MAESTRO J. M. BRICEÑO GUERRERO es una asociación civil de carác­ter privado, sin fines de lucro, con personalidad jurídica propia. El objeto de la misma es la pre­servación, la continuación y la difusión de la obra intelectual y del legado académico del ilustre pen­sador y escritor venezolano José Manuel Briceño Guerrero.

Asimismo, esta institución tiene como fines el fomento, la promoción y el desarrollo del estudio y la investigación del pensamiento y la identidad latinoamericanos; de las lenguas anti­guas y modernas; de las artes y de todas las acti­vidades creadoras del espíritu humano, especial­mente de las relacionadas con América Latina.

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